Con la participación de los socios, la institución solucionó la problemática de transporte ya que en su momento –hace varias décadas- adquirió un automóvil colectivo que tenía pintado el “Gato” en la parte trasera y la estrella como distintivos del club, además de la inscripción “Racing Club”.
Un grupo de amigos facilitó el dinero para adquirir el vehículo y mecánicos especializados se dedicaron a su reparación.
Aquellas jornadas se cumplieron en el taller mecánico de los hermanos Rómulo y Novelino Lorini, quienes junto a su personal concretaron dejarlo en condiciones. También contaron con la ayuda de Arquímedes Monti, Mario Cavallo, Bartolomé Zunino, Suppo Arunchi, Julio Blanco, Capel y Luis Montaldo.
En su momento, gracias al aporte de simpatizantes, la institución tuvo su colectivo propio.